Historia y Leyenda

Historia

Leyenda

“Sucedió, pues, que hallándose mortificado por no poder conseguir, respecto de su pobreza, esta imagen que le parecía…”

La devoción a la Virgen de las Maravillas en Cehegín tiene sus raíces en un conjunto de acontecimientos históricos y espirituales profundamente conmovedores. No se trata únicamente de una imagen sagrada, sino del testimonio vivo de una experiencia de fe, milagro y transformación que ha marcado la historia del pueblo desde 1725. Esta historia, cuidadosamente documentada por el fraile franciscano Padre Francisco Moreno, encuentra su principal fuente en la obra:

“Rara y Maravillosa Ave del Oriente María Santísima de las Maravillas, que vino de Italia a España a enriquecer a los españoles con los tesoros de sus maravillas.”

El Contexto de una Necesidad Espiritual

“Del origen, y principio de efta rara, y maravillofa Ave”

A comienzos del siglo XVIII, Cehegín se encontraba sumido en un clima de sufrimiento. Las epidemias, las malas cosechas y la falta de agua empobrecían a sus habitantes. A ello se sumaba una grave crisis de fe, que afectaba a las vocaciones religiosas del Colegio Misionero. Fue entonces cuando Francisco Moreno, fraile del Convento de San Esteban, vivió una experiencia mística: entre el sueño y la oración, vio a la Virgen María con un semblante lleno de dulzura, serenidad y recogimiento. Aquella visión lo marcó profundamente y lo impulsó a hacer algo concreto por su pueblo.

El fraile comprendió que esa imagen debía tomar forma para ser venerada, no solo como símbolo de protección, sino como instrumento para renovar la fe entre los cehegineros y en la propia comunidad religiosa. Con este propósito, compartió su experiencia con el cartagenero Pedro Pereti, un hombre de fe comprometida, quien quedó conmovido por el relato y decidió financiar la realización de la imagen.

Un Encargo al Corazón del Arte Barroco

Fue así como Pedro encargó a su hermano Lorenzo Pereti,  la misión de buscar al mejor escultor para llevar a cabo la obra. En Nápoles, dio con Nicolás Fumo, célebre escultor barroco, artista de cámara del rey Felipe V, conocido por su capacidad para imprimir vida y espiritualidad en sus esculturas religiosas.

Fumo escuchó atentamente la descripción del sueño del fraile Moreno y aceptó el encargo. Durante varios días intentó esculpir un rostro que refleja la dulzura descrita, pero no encontraba la expresión exacta. Desalentado y cansado, se encomendó a la Virgen en la oración, y esa noche, tuvo un sueño revelador: vio con claridad el rostro de María tal como debía ser.

Al día siguiente, retomó su trabajo, y sus manos comenzaron a esculpir con una fluidez inusual, pues se nos cuenta que estaban guiadas por los ángeles. El resultado fue una talla de singular belleza, llena de ternura y recogimiento. Según narra el propio Padre Moreno y la tradición, al concluir la talla, la escultura fue elevada místicamente a los cielos, donde fue abrazada por la propia Virgen María —la que está en cuerpo y alma junto a Dios—, reconociendo como su auténtico reflejo enviado a la Tierra.

“Aquel rostro era tan perfecto, tan vivo, tan sereno, que no parecía obra humana. Era el reflejo fiel de María en la Tierra.”

Los presentes en el taller coincidieron en que la imagen no parecía una simple escultura, sino la materialización misma del rostro de la Virgen, tal como la vio el fraile

Milagros Antes de Llegar: Señales de lo Sobrenatural

Incluso antes de llegar a Cehegín, comenzaron a producirse hechos extraordinarios. Una mujer sin fe soñó con la Virgen y, a raíz de ello, cambió radicalmente su vida. Pero el caso más impactante fue el de Miguel Lozano, un vecino de La Encarnación, el cual en su lecho de muerte se encomendó a la Virgen de las Maravillas, pero falleció. Fue velado y recibió la extremaunción. Durante la noche, se escuchó un estruendo en la casa y todos los presentes salieron asustados, al amanecer, Miguel se encontraba vivo. Al describir a quienes lo rodeaban a la figura que lo había devuelto a la vida, coincidía perfectamente con el aspecto de la Virgen de las Maravillas, aún sin haber sido vista por nadie.

Una Travesía Milagrosa

“De la venida a España de la Italia de efta rara, y maravillofa Ave del Oriente, María Santísima de las Maravillas”

 

Cuando la imagen partió por mar desde Nápoles hacia Cartagena, fue transportada en un barco mercante inglés. Durante la travesía, una terrible tormenta amenazó con hundir la embarcación. Los marineros, desesperados y sabiendo que llevaban una imagen sagrada entre la carga, se encomendaron a ella. En ese momento, el mar se calmó. Asombrados, los marineros —protestantes— se convirtieron al catolicismo, reconociendo que habían presenciado un autentico milagro por aquella imagen que portaban.

Al llegar al puerto de Cartagena, se encontraron con un nuevo signo prodigioso. El viaje había deteriorado toda la mercancía: los fardos de ropa, mantas y tejidos llegaban podridos y cubiertos de humedad. Sin embargo, al abrir la caja donde estaba la Virgen, descubrieron con asombro que la imagen estaba intacta, seca y radiante, como recién esculpida. No solo no se había dañado, sino que parecía brillar con luz propia. Este hecho fue interpretado como una señal inequívoca de la protección divina sobre la imagen.

La Elección del Nombre: Providencia Confirmada

Los cartageneros, emocionados, rogaron que la Virgen se quedara en su ciudad. El Padre Moreno, firme en su misión de llevarla a Cehegín, propuso que al menos fueran ellos quienes eligieran el nombre. Se escribieron mas de quinientas propuestas en papeles, colocados en una bolsa, y uno solo llevaba el título “Virgen de las Maravillas”, redactado por el fraile.

Se realizó el sorteo tres veces, y en las tres ocasiones salió el mismo nombre: “Virgen de las Maravillas”. Todos lo interpretaron como una confirmación celestial del título que debía portar.

Llegada a Cehegín y Reconocimiento Oficial

“Del célebre recibimiento, con que la villa de Zehegin recibio a la Santisima Virgen de las Maravillas”

La imagen fue llevada finalmente a Cehegín el 25 de julio de 1725, y su llegada fue recibida con enorme fervor. La población entera salió a recibirla entre vítores, lágrimas, plegarias y repique de campanas. Fue conducida y descubierta en el lugar de la Bodeguica, donde la recibieron las autoridades y la milicia, tras este recibimiento fue conducida a la Iglesia de la Magdalena, para días después llevarla al Convento. Desde ese día, la devoción a la Virgen de las Maravillas cambió la vida del pueblo: las lluvias volvieron, las cosechas mejoraron, cesaron las pestes y la fe se renovó. El convento de San Esteban recuperó vocaciones, y los milagros comenzaron a multiplicarse.

En el año 1729, el Concejo de Cehegín proclamó oficialmente a la Virgen de las Maravillas como abogada y protectora de la villa, reconociendo su poderosa intercesión.

Milagros y Testimonios que Atraviesan los Siglos

A lo largo de los años, la Virgen ha seguido siendo objeto de devoción y súplica, y muchos cehegineros y visitantes han testimoniado curaciones, conversiones y favores atribuidos a su intercesión. Entre ellos destaca el caso de una mujer poseída por el demonio que fue liberada tras ser encomendada a la Virgen, y el de un niño gravemente herido en Lorca que se recuperó milagrosamente tras la peregrinación de más de cuarenta personas a Cehegín.

“Gloríese, pues, España de tener en su poder esta maravillosa Reyna, y en especial Zehegín de tenerla por abogada y patrona, que a todos con liberal mano y patrocinio honra, y enriquece de los tesoros de sus maravillas”

Reconocimiento de la Iglesia Universal

El prestigio de la Virgen de las Maravillas trascendió el ámbito del Reino de Murcia. El Cardenal Don Carlos de Borja, Patriarca de las Indias Occidentales y Vicario General de los Ejércitos de España, otorgó 100 días de indulgencia a todo aquel que rezara una Salve en su honor, sellando así con reconocimiento eclesiástico una devoción nacida desde el corazón del pueblo.

Siglo XIX

“y concurso de todo el pueblo y de los moradores de carabaca y demás lugares circumbecinos, y con la mayor pompa, deboción y edificación de todos es conducida a la Iglesia parroquial única de Santa Maria Magdalena…”

El siglo XIX fue una época de fuertes contrastes para la historia de España, marcada por guerras, cambios políticos, exclaustraciones y movimientos de regeneración religiosa. En medio de este escenario convulso, la Virgen de las Maravillas se erigió como un símbolo de estabilidad espiritual, unidad comunitaria y esperanza. Su devoción no solo resistió los  embates del tiempo, sino que salió fortalecida, afianzando su papel como Patrona única de Cehegín y faro espiritual de la comarca.

La Guerra de la Independencia: La Virgen como refugio en tiempos de asedio

En 1812, en plena Guerra de la Independencia Española, el avance del ejército napoleónico hacia el sureste del país desató el miedo entre la población. La historia nacional estaba plagada de ejemplos de profanaciones y saqueos a iglesias y conventos, y Cehegín no era una excepción al riesgo. Los franciscanos, guardianes de la Virgen de las Maravillas en su convento, decidieron actuar con premura: trasladaron la imagen a la iglesia de la Magdalena, más alejada del foco principal de conflicto, en un intento por salvaguardarla.

Durante varios meses, la imagen permaneció oculta, resguardada por la fe del pueblo y la vigilancia constante de sus devotos. En marzo de 1813, y ante una aparente disminución del peligro, la Virgen fue devuelta al convento franciscano, en un acto que fue celebrado como un retorno triunfal. Sin embargo, la amenaza aún no había desaparecido.

En septiembre de 1813, nuevas noticias encendieron la alarma: el general Soult, en retirada desde Andalucía, dirigía sus tropas hacia la comarca, dejando a su paso ruinas, saqueos y profanaciones. Ante esta nueva situación, el pueblo de Cehegín, junto con los franciscanos, decidió actuar con valentía. La imagen fue cuidadosamente escondida en un arca y trasladada a un lugar recóndito en la Sierra de la Jabalina, donde permaneció protegida de todo peligro hasta la retirada definitiva de las tropas francesas.

Este acto no solo fue un ejemplo de logística y protección, sino una expresión conmovedora de fe colectiva. El pueblo entero se convirtió en custodio de su Patrona, arriesgando su seguridad por preservar su símbolo más sagrado. Cuando finalmente regresó a Cehegín, la Virgen fue recibida con una solemne procesión que congregó a miles de personas de toda la comarca, emocionadas por haber recuperado a su intercesora. Este hecho consolidó su título como única y excelsa Patrona de Cehegín, reconocido no solo por decreto, sino por la devoción fervorosa del pueblo.

El Trienio Liberal y la defensa del convento

Una nueva amenaza surgió pocos años después, esta vez no desde el exterior, sino desde los cambios políticos internos. Durante el Trienio Liberal (1820–1823) y el gobierno de Mendizabal, las reformas desamortizadoras impulsadas por el gobierno provocaron la exclaustración de los religiosos y la confiscación de bienes eclesiásticos. Los franciscanos de Cehegín fueron obligados a abandonar su convento, y la imagen de la Virgen quedó, una vez más, en situación de vulnerabilidad.

En este contexto de incertidumbre, la figura del alcalde se volvió clave. Consciente del valor espiritual, cultural y patrimonial del convento, actuó con determinación para impedir su venta o transformación. Gracias a esta acción, el convento no fue desmantelado ni reutilizado, y pudo mantenerse como lugar de devoción popular, como ayuda a la parroquia.

Décadas más tarde, este gesto se revelaría providencial. En 1878, con el retorno de los franciscanos tras la restauración de la vida religiosa, el convento de Cehegín fue el primero en reabrir en la Provincia Franciscana de Cartagena, convirtiéndose en centro motor de la restauración de la orden a nivel regional y nacional. Desde Cehegín, los franciscanos iniciaron un proceso de recuperación espiritual e institucional, y la Virgen de las Maravillas se mantuvo como el corazón devocional de este renacimiento franciscano.

La Visita Episcopal de 1833: Indulgencias y reconocimiento espiritual

La devoción a la Virgen de las Maravillas no pasó desapercibida para las altas autoridades eclesiásticas. En 1833, durante una visita pastoral a Cehegín, el obispo de Uclés, don Antonio García Balsalobre y Rada —miembro distinguido de la Orden de Santiago—, quedó profundamente impresionado por la piedad del pueblo y la veneración hacia la Virgen. Como reconocimiento a esta devoción viva y sincera, otorgó indulgencias especiales a todos aquellos que rezaran tres Avemarías o una Salve ante la imagen, y concedió indulgencia plenaria a quienes la invocaran en su lecho de muerte.

Estas indulgencias no solo tenían un valor espiritual inmenso, sino que también colocaban a la Virgen de las Maravillas en el mapa devocional más amplio de la Iglesia española, reconociéndola oficialmente como intercesora de las almas en su tránsito final, y reforzando su papel como madre protectora y consuelo en la hora última.

La futura Santa Maravillas de Jesús: Una nueva vida marcada por la devoción

En 1891, en Madrid, nació Maravillas Pidal Chico de Guzmán, quien con el tiempo sería conocida en la Iglesia como Santa Maravillas de Jesús. Su madre, natural de Cehegín, sentía un profundo afecto por la Virgen de las Maravillas, devoción que transmitió con ternura a su hija desde muy pequeña.

La futura santa crecería con ese nombre como un signo de destino espiritual. Ya en su vida adulta, al consagrarse a Dios, elegiría llamarse “Maravillas de Jesús”, perpetuando no solo su vínculo con la Virgen ceheginera, sino también con la historia espiritual de un pueblo que había sabido resistir, cuidar y amar profundamente a su Patrona. Esta conexión íntima entre Cehegín, su Virgen y una futura santa refleja el impacto espiritual generacional que irradiaba desde la imagen venerada en el convento.

"En sus estancias en la finca del Carrascalejo, eran constantes sus visitas a la Virgen de las Maravillas, por la que sentía gran devoción"

Publicaciones religiosas y testimonio visual

A lo largo del siglo XIX, la devoción popular se extendió más allá de las prácticas orales o familiares. En Cehegín se comenzaron a publicar novenas dedicadas a la Virgen de las Maravillas, textos que guiaban a los fieles en la oración y que difundían sus virtudes, sus milagros y su historia. En Lorca, el padre Vicente Munuera compuso un panegírico dedicado a la Virgen, que fue leído y celebrado en la iglesia de San Mateo, propagando la devoción hacia la Patrona ceheginera en otras localidades de la Región de Murcia.

Un hito significativo tuvo lugar en 1867, cuando se realizó la primera fotografía de la imagen de la Virgen. Este documento gráfico, de gran valor histórico, permitió preservar visualmente la talla, facilitando su reproducción y estudio. Además, ofrecía a los devotos una forma tangible de mantener presente el rostro de la Virgen, incluso desde la distancia.

Siglo XX y XXI

"Cantemos a la amada Patrona de Cehegín / A la flor más preciada del celeste jardín / La que pone en la cruz del humano dolor / Maravillas de luz, maravillas de amor. / Sois la Reina y Señora, la que en tu pecho adunas / Las ternezas maternales y el virginal candor / Sigue vertiendo en tálamos, en sepulcros y cunas / Tus fulgores de Aurora y tus lirios en flor. / Prendidas nuestras almas en la bella corona / Que en señal de realeza debes, Madre, ceñir / Por las glorias de Cristo y de nuestra Patrona / Fervorosos juramos sin cesar combatir."

Coronación Pontificia de 1925: Fe que une generaciones

En la primavera de 1925, un telegrama enviado desde el Palacio Episcopal de Murcia llegó a Cehegín como un mensaje celestial: la Santa Sede había concedido la Coronación Pontificia de la imagen de la Virgen de las Maravillas. Aquella noticia, recibida con inmenso gozo por el ayuntamiento y por todo el pueblo, desató una celebración espontánea. Las campanas de los templos repicaban sin cesar, los balcones se adornaban con colgaduras y flores, y los cehegineros, profundamente conmovidos, salieron a las calles con lágrimas de alegría en los ojos y cantos en los labios. Era el reconocimiento solemne de la devoción de generaciones enteras que, desde hacía siglos, habían venerado a la Virgen como protectora, guía y madre espiritual de la localidad.

La fecha elegida para la Coronación no fue casual. El acto litúrgico y popular se fijó para el 10 de septiembre de 1925, el día tradicional en que los cehegineros venían celebrando la fiesta de su Patrona desde su llegada, un día después de la festividad de San Zenón, patrón del municipio. Así, la Coronación vino a confirmar y solemnizar ese día como fecha definitiva en el calendario de la fe local, consolidando una tradición de amor mariano que había nacido del corazón del pueblo.

La jornada amaneció con un aire sagrado. Cehegín se transformó en un verdadero santuario al aire libre: calles engalanadas, arcos florales, altares efímeros, estandartes, alfombras de serrín coloreado y balcones rebosantes de fervor. Miles de fieles, no solo del municipio sino también de localidades vecinas, acudieron con entusiasmo. La imagen de la Virgen de las Maravillas fue trasladada en procesión solemne desde la Iglesia de Santa María Magdalena por las principales calles del pueblo, acompañada por el clero diocesano, las autoridades civiles y militares, las cofradías y una multitud de devotos que se agolpaban en cada esquina para verla pasar.

El momento culminante se vivió en la explanada del convento franciscano, donde se había dispuesto un monumental altar engalanado con flores, tapices y símbolos marianos. Allí, bajo un cielo despejado y un ambiente cargado de emoción contenida, el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Cartagena, tras la solemne lectura del Decreto Pontificio en latín y en castellano, procedió a imponer la corona de oro sobre la cabeza de la Santísima Virgen y una aureola resplandeciente sobre el Niño Jesús. Las campanas repicaron con fuerza, las lágrimas brotaron de los ojos de muchos, y el pueblo estalló en vítores, aplausos y cánticos de alabanza.

Aquel 10 de septiembre de 1925 quedó grabado a fuego en la historia espiritual de Cehegín. No solo fue un acto de reconocimiento canónico, sino un encuentro místico entre el cielo y la tierra, entre Roma y un pequeño pueblo murciano que, por su fidelidad, logró que la Iglesia universal reconociera oficialmente lo que ya el corazón de sus hijos sabía desde siglos atrás: que la Virgen de las Maravillas era su Reina, su Madre y su Patrona.

Coronación Pontificia
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El Patronazgo y la Institución Litúrgica de la Virgen de las Maravillas: Un Privilegio de Cehegín para el Orbe Cristiano

En el año 1927, Cehegín celebró un momento de extraordinaria relevancia espiritual y eclesial: el patronazgo oficial de la Virgen de las Maravillas, que había sido proclamada como Patrona de la Villa por voluntad expresa del Concejo Municipal en 1729. Aquel gesto histórico de 1729, mediante el cual el pueblo decidió instituir su fiesta el 10 de septiembre, justo al día siguiente de la festividad de San Zenón, patrón de Cehegín, ya que esta advocación no existía en el santoral catolico.

Con motivo de esta conmemoración centenaria, en 1927, la Sagrada Congregación de Ritos del Vaticano, máximo organismo litúrgico de la Santa Sede, emitió un decreto solemne por el que se reconocía oficialmente a la Virgen de las Maravillas como Patrona de Cehegín, se le concede liturgia propia y, sobre todo, se instituía su fiesta en todo el Orbe Cristiano.

Este hecho constituye un gran privilegio para Cehegín, no solo por haber generado una advocación profundamente venerada, sino porque fue precisamente la voluntad libre y unánime del pueblo en 1729 la que determinó su fiesta, fecha que posteriormente sería asumida por la Iglesia universal. Así, el 10 de septiembre quedó acuñado en el santoral católico como el día de la Virgen de las Maravillas, en reconocimiento al amor y fidelidad de Cehegín hacia su Madre y Patrona.

Esta designación no solo consolidó su patronazgo y devoción local, sino que proyectó a la Virgen de las Maravillas como símbolo de fe y unidad cristiana más allá de las fronteras del municipio, irradiando su protección a fieles de toda España y del mundo.

Decreto DE LA SAGRADA congregación de ritos

Almiranta de la Armada Española

A comienzos del siglo XX, la Virgen de las Maravillas fue reconocida como Almirante Honorífica de la Armada Española, en un acto que simbolizaba su papel como protectora de los marinos y oficiales. Se le otorgó el bastón de mando, símbolo de autoridad dentro de la jerarquía militar, consolidando así su figura como guía espiritual más allá de lo religioso, llegando también al ámbito institucional y patriótico

Alcaldesa Perpetua de Cehegín

En 1953, la Hermandad de la Virgen solicitó al Ayuntamiento de Cehegín su nombramiento como Alcaldesa Perpetua, propuesta que fue aprobada por unanimidad. La solemne investidura tuvo lugar el 14 de septiembre de 1954 en la iglesia de Santa María Magdalena. En ese momento cargado de emoción, el Obispo D. Ramón Sanahuja y Marcé colocó la Vara de Alcaldesa en las andas de la Virgen, consagrando así su liderazgo espiritual sobre la ciudad y su gente.

"El pueblo entusiasmado invadió el templo y emocionado aclamó y vitoreó a su querida patrona, mas querida cada día de su pueblo"

La Reliquia del Velo de la Virgen María

En 1957, Cehegín recibió una reliquia excepcional: un velo atribuido a la Santísima Virgen María, enviado desde el Vaticano. Esta reliquia, colocada en una urna diseñada para su veneración pública, reforzó la devoción mariana en la región y atrajo a miles de fieles.

Patrona de la Provincia Franciscana de Cartagena

En 1978, la Virgen fue proclamada Patrona de la Provincia Franciscana de Cartagena, en una emotiva ceremonia presidida por el entonces Provincial P. Francisco Martínez Fresneda. La orden franciscana reafirmó así su ancestral vínculo con la Virgen, cuya imagen se encuentra en el Convento de San Esteban, primer convento franciscano reabierto tras la restauración de la provincia en el siglo XIX.

Visita Extraordinaria del Año 2000

En el año 2000, la imagen de la Virgen realizó una visita inédita a distintos barrios e iglesias de Cehegín, generando un fervor místico sin igual. Las calles se llenaron de flores, rezos y alabanzas, y muchos vivieron ese momento como una experiencia espiritual transformadora.

En el orbe

Desde su llegada a Cehegín en 1725 y su proclamación como Patrona en 1729, la Virgen de las Maravillas ha encendido en el corazón de los cehegineros una llama de fe ardiente y constante. Pero su devoción no quedó anclada a las fronteras del municipio murciano. Gracias a la incansable labor misionera primero del Colegio Misionero Apostolico y despues del Colegio Seráfico de Cehegín, fundado el primero en 1690 como centro formativo de los misioneros apostólicos franciscanos, la imagen de la Virgen y su culto han cruzado mares, continentes y culturas, arraigando profundamente en pueblos de Europa, América, Asia e incluso África.

El Colegio Misionero y Seráfico de Cehegín: Cuna Misionera

Durante siglos, el Colegio Misionero y Seráfico fue semillero fecundo de vocaciones evangelizadoras. Los jóvenes que allí se formaban no solo adquirían doctrina y disciplina franciscana, sino que partían a su destino misionero con el divino rostro de la Virgen de las Maravillas grabado en el alma. Su imagen los acompañaba como escudo y consuelo, siendo símbolo de identidad y guía espiritual en tierras lejanas.

Uno de los episodios más significativos en la historia de la devoción es la visita del célebre escultor Francisco Salzillo a Cehegín. Profundamente impresionado por la belleza y expresión de la imagen de la Virgen de las Maravillas, Salzillo decidió realizar una copia de ella en 1736, actualmente venerada en la Iglesia de San Pedro, en Murcia. Su obra, inspirada directamente en la talla ceheginera, contribuyó a la expansión del culto en la capital y en todo el Reino de Murcia.

Desde el siglo XVIII hasta bien entrado el siglo XX, los misioneros formados en Cehegín extendieron la devoción a la Virgen en Centroamérica, Japón, Perú, China, Bolivia, Tierra Santa, Marruecos y Argentina, entre otros destinos. Muchos de ellos llevaron consigo copias de la imagen original, especialmente en forma de imágenes de urna, dispuestas en vitrinas portátiles que protegen y exhiben su belleza con solemnidad.

Ejemplos de Devoción en el Mundo

    • En Centroamérica, destaca la figura del Obispo Celestino Fernández Pérez, primer obispo de la diócesis de San Marcos, quien promovió la veneración de la Virgen ceheginera. Numerosos frailes como León García Aragón, Luis Ruiz y Efrén Díaz difundieron el culto mediante publicaciones como Reina y Madre, Laudes Marianas, y devocionarios con novenas, himnos y fotografías de la imagen. Varias imágenes de urna de la Virgen de las Maravillas fueron llevadas desde Murcia y actualmente recibe culto en iglesias franciscanas de la región.
    • En Japón, el Padre Antonio Vidal, entre otros misioneros franciscanos formados en Cehegín, fundó una iglesia en Iiyama donde bautizó a mujeres con el nombre “Maravillas”, quienes enviaban flores cada 10 de septiembre al convento de Cehegín. En su última etapa como superior en Masukawa, dejó un legado de fe que aún perdura, reflejo del vínculo espiritual entre Japón y Cehegín.
    • En Perú, en el pueblo joven de Arequipa, la devoción a la Virgen de las Maravillas ha sido fuente de esperanza y transformación social. Inspirados por su imagen, los fieles han impulsado obras educativas, espirituales y comunitarias en torno a su figura.
    • En Murcia capital, la imagen esculpida por Salzillo para la Iglesia de San Pedro fue el germen de una hermandad que durante más de un siglo cultivó el culto a la Virgen bajo la advocación de “las Maravillas”.
    • En Caravaca de la Cruz, Cehegín donó en el siglo XVIII una copia de la Virgen por la gran devoción que sentía el pueblo caravaqueño, hoy venerada en la Basílica-Santuario en un retablo barroco. Este gesto refleja la fraternidad y la expansión regional del culto.
    • En Liétor, la Virgen fue entronizada en el asilo de ancianos gracias a la iniciativa de doña Candelaria Guirado, con una imagen tallada en Madrid por Tomás Noguera.
    • En Los Martínez del Puerto, la Virgen fue proclamada patrona y alcaldesa perpetua, siendo compartida la titularidad con San Pedro.
    • En Mataró (Cataluña), la comunidad ceheginera emigrada fundó una hermandad en torno a una imagen realizada en 1990. Allí, en la Iglesia de María Auxiliadora, se conserva una imagen muy venerada, símbolo de identidad y fe.
    • En Campo de Béjar (Moratalla), un óleo de 1856 fue durante más de un siglo objeto de gran veneración hasta su robo en 1990.
    • En el Monasterio de Santa Catalina (Murcia), los ermitaños franciscanos construyeron una ermita en 1732 bajo su nombre, movidos por la expansión de su culto mediante grabados y litografías.
    • En Abla (Almería), una ermita fue edificada sobre un antiguo aljibe en honor a la Virgen, testimonio del crecimiento del culto por todo el sureste peninsular.
    • En Cuevas de Almanzora, una imagen llegada en 1942 sustituyó a la talla original destruida en la Guerra Civil de 1747, manteniendo la llama viva de la devoción.
    • Entre otros muchísimos lugares que recibe veneración la Virgen de las Maravillas

Así, a través de la acción incansable de los misioneros formados en el Colegio Seráfico de Cehegín, la devoción a la Virgen de las Maravillas se ha convertido en un símbolo universal, transcultural y profundamente espiritual. Las imágenes, los devocionarios publicados y  las voces que entonan himnos cehegineros en tierras lejanas, son prueba del alcance inabarcable de su amor y protección.

La Virgen de las Maravillas, venerada en altares humildes y santuarios majestuosos, continúa obrando maravillas en los corazones de quienes la acogen con fe sencilla, recordándonos que su presencia no conoce fronteras cuando es llevada por la caridad, la misión y el fervor.